La escritura contra el tiempo. Ayer fue miércoles toda la mañana

Miguel Munárriz

Edición y prólogo: Ricardo Labra

Fotografías: Daniel Mordzinski

 

Colección Luna de Abajo Alterna, nº 6


La escritura contra el tiempo. Edición en papel

134 × 204 mm, 232 pp., rústica con solapas

ISBN: 978-84-86375-45-4

1ª edición: mayo del 2021

1ª reimpresión: agosto del 2021 

2ª reimpresión: septiembre del 2021

3ª reimpresión: noviembre del 2021

4ª reimpresión: enero del 2022

5ª reimpresión: febrero del 2022

6ª reimpresión, revisada: abril del 2022

14,90 €

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ISBN: 978-84-86375-46-1

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7,50 €

  • disponible

Ricardo Labra

«El regreso a Ítaca de Miguel Munárriz» [prólogo del libro] 


Miguel Munárriz siempre fue el más cortazariano de todos nosotros, el más cosmopolita, también el más soñador. En el diapasón de sus pasos llevaba las medidas secretas de una gran ciudad, de un orbe entero. Entre conversación y zancada, casi sin darnos cuenta, nos adentraba en el Barrio Latino de París o en uno de los peligrosos suburbios de New York, transformando las calles de La Felguera o de Oviedo en una prolongación de sus sueños, o más bien de sus numerosas y apasionadas lecturas. Tenía el raro don — nunca perdido— de unir espacios y tiempos, de establecer una sorprendente sintaxis con la realidad: de ahí que costase tanto separarse de su conversación interminable para volver de pronto a las estrechas dimensiones de la cotidianeidad, aunque siempre lo hiciéramos con una sonrisa en los labios, al recordar cómo el frenazo intempestivo de dos coches le habían llevado a rememorar la trompeta de Louis Amstrong o el saxo de Charlie Parker.

Miguel Munárriz supo pronto, como un personaje cortazariano, que estaba predestinado a descubrir los enigmas que le planteaban sus primeras lecturas, que la literatura no era un juego, sino una «fermosa cobertura» que permitía dirimir las variaciones de una trama donde «envejecer, morir, [era] el único argumento de la obra». 

 

Largo y fructífero ha sido por ello su periplo personal en el mundo literario, periodístico y de la gestión cultural. La poesía le ha llevado a recorrer todos los mares de la galaxia Gutenberg, como un nuevo Ulises asediando las murallas de los herméticos símbolos de este tiempo, siempre en busca de respuestas.

 

Los poetas suelen ser autores de un solo libro que van escribiendo por entregas a lo largo de su vida, al final se suele reunir su obra en un volumen unitario en el que se recogen como capítulos todos sus libros dispersos. Este proceder creativo está muy interiorizado en los poetas, que por lo general suelen escribir como viven, aunque tal vez sería más preciso decir que viven como escriben, en una fragmentada totalidad. Es el caso de Miguel Munárriz y de este libro, escrito por entregas en la revista digital Zenda, bajo el formato de artículos literarios. Pero no se engañe el lector — Ceci n’est pas une pipe—, este no es un libro como cualquier otro libro que hable de libros o de anécdotas literarias, sino una palpitante metáfora, como revela su autor, de la vida. Un iniciático compendio de literatura que simula un recorrido por la biblioteca de Babel o de Alejandría, para dejarnos en sus abordables páginas el poso sapiencial de una meditada poética encubierta y de una esperanzada propuesta vital, así como el relato, escrito entre líneas, de una fascinante biografía literaria. 

 A Miguel Munárriz le sucede en este libro la misma historia que dejó escrita Jorge Luis Borges en un fragmento de «Epílogo» de El Hacedor, que años más tarde escribiría el autor argentino como poema en «La suma» de Los Conjurados, en la cual «un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo». Miguel Munárriz puebla este libro de novelas, de cuentos, de poemas, de escritores, de librerías, de ciudades, pero el lector no deja de descubrir en cada uno de sus renglones su cortazariano rostro. 

 

Miguel Munárriz nos ofrece su mundo en estas páginas, en ellas parece haber encontrado respuesta a cada uno de los interrogantes que plantea Kavafis en su memorable poema «Ítaca». Llega rico y sabio en experiencias, pero ligero de equipaje —siguiendo el precepto machadiano—, dispuesto a entregarnos su tesoro, como los hijos de la literatura.


Páginas del libro


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Colección Luna de Abajo Alterna