Así en el tiempo...


/ por Rafael GARCÍA DOMÍNGUEZ /


ASÍ EN EL TIEMPO... 

 

estoy en                      como el que sigue

salgo de                      un rastro de arena

regreso a                    hasta perder la memoria

vivo en                         o quedar sin sueños

 

...EN TORNO A TU CUERPO

(Ricardo Labra, a quien pido disculpas)

 

(...y el espanto, el temor de que pudiera suceder que el poeta no avistara su Itaca última, deformada la imagen en sus ojos por la costumbre; de que pudiera suceder, por cobardía, que perdiera la memoria de su Itaca única y girase sin fin en tomo de ella, como en un rastro de arena; de que pudiera suceder que deformase el lenguaje del amor y sólo escribiera un grávido vacío, un frío carril circular sin destino...).

 

Pero no. El poeta se instala en el territorio amado, y el tú y yo recorre los versos con el lenguaje de los pronombres, y el tiempo y el espacio convergen en este hermoso, valiente canto de amor.

 

No es sólo la valentía de escribir «te amo» (toda obra lírica es valiente en este perro mundo): es que el tiempo del amor, desde el encuentro sincronizado, inexplicablemente confluyente en la esquina ciudadana por misteriosos impulsos, el tiempo de los ojos que son ojos porque se ven, el tiempo de los cuerpos paralelos, es el único tiempo razonable (razón de vida, razón de amor).

 

Las citas de Dante, Bécquer, Salinas y Grande son una pobre coartada, son como decir «disculpadme, no soy el primero en decirlo», como si tuviera el poeta que disculparse por amar y ser poeta. Los versos de Último territorio los dicta Amor, y el poeta escribe; son poesía, y la hay mientras se reflejen unos ojos en otros ojos, y el poeta escribe; a la orilla del poeta está la amada, el sueño de la amada, y el poeta escribe; y lo que escribe el poeta son los versos y es la amada, el último territorio es la amada habitada por el poeta; poema, amada y poeta son la misma cosa en este canto (por eso el poeta se equivoca a veces). Y mientras ellos pervivan durará el tiempo, y si faltara una pieza se produciría el vacío, la ausencia, y habría que buscar el tiempo de nuevo, el tiempo que está en los ojos que se ven, en los cuerpos paralelos, en las almas unísonas.

 

Último —en el tiempo— territorio —en el espacio—: así en el tiempo tu cuerpo.

(...y el temor de que...).

 

Cuatro poemas del «Último territorio»


Cada esquina es un encuentro

(complicado cálculo en los relojes).

Un encuentro que se alarga

       desdoblándose

por la ciudad que crece en sí misma

como un eslabón que no tiene fin.

 

Cada semáforo una ambulancia

        que corre.

Multiplicada historia o argumento.

 

Al fin tus ojos.

 

Puedo ya adivinarme. 


Estoy en tu cuerpo

Salgo de tu cuerpo

Regreso a tu cuerpo

Vivo en tu cuerpo.

A veces mi mano se confunde

y me acaricia. 


Una vez más como tantas otras veces

       tú y yo

tanteando el cuarto oscuro

que se ilumina ahuyentando

las horas congregadas sin memoria

(mi labio en tu hombro que tiene

la forma precisa de mi recuerdo).

 

Perdidos para siempre

encontrados para siempre

como dos enemigos

que se comprueban y temen

como dos condenados a luchar

cuerpo a cuerpo

hasta el final del tiempo

fuera del tiempo

sin darse muerte ni reposo.

       

Una vez más como tantas otras veces

       tú y yo

escuchando la cuerda de la sangre

debatirse en el vacío. 


Si tu nombre terminara en un círculo árido

serian tus ojos alga más pequeños

más áspera tu voz y amarillos los dientes

(quizás un poco menos dulces).

Y jugarían tus manos a ser terribles

para exhibir la descarga del pecho

y la anchura de los hombros.

 

Si tu nombre terminara en un círculo árido

es muy posible que me ignoraras

o que llegaras a odiar mi nombre.

 

Así y todo créeme amor mío, te amaría. 


Ricardo Labra

Último territorio

• ISBN: 84-86375-03-7

• 1985 

• 15 × 21 cm, 28 páginas, rústica.

• Tripa impresa a una tinta. La cubierta a tres

• 500 ejemplares

• Agotado