«[…] Brisas ligeras, título engañoso y excesivamente modesto, podía haberse llamado muy bien «Fuego nocturno», porque entre sus sombras —y abundan en él las sombras— crepita la llama que devora al poeta. Desvelado por frustraciones muy hondas (los sueños de la vigilia, alimentados por el ideal —esa «suelta llama del fuego» que prende en los corazones jóvenes— son difíciles de cumplir y dejan en el ánimo un regusto amargo) Alberto Vega parecía rehuir la confrontación del día y refugiarse en las tinieblas. «Y fue la noche suficiente cómplice», leíamos en el prólogo del libro, cuyo poema inicial repetía: «Vidas imposibles / cabalgando / la cintura de la noche. […]»
Eugenio Torrecilla
Brisas ligeras es el primer libro de Alberto Vega, Lo publicó como edición de autor en 1980. El trabajo gráfico y de imprenta que trajo consigo serviría, junto con Memoria de la noche (en el que Alberto se nos muestra como el poeta definitivo que es), de iniciación a la aventura de Luna de Abajo. De ahí que el dibujo de la cubierta de Brisas ligeras sea también el motivo de este cartel anunciador de la primera publicación de la editorial: el Cuaderno Luna de Abajo número uno. Poesía en Asturias (1), de 1982.
• Brisas ligeras, 1980
• Alberto Vega
• 15,5 x 21 cm, 36 páginas.
• Impreso a una tinta.
• Tirada: 400 ejemplares
• Agotado
Prólogo
Algo
que mudó
mi rosario de urgencias.
Y fue la noche suficiente cómplice,
amiga y moradora de interiores álgidos.
Algo,
primavera,
sombra caudalosa
o río de unas manos en presente
rompiendo con su pulso antiguos poemas.
•
El fuego y las hogueras
Fuimos encerrando lentamente
la suelta llama del fuego
entre las piedras cenicientas de la hoguera:
ya ves, hoy apenas tiembla
una débil espada fluorescente
en cada techo de amores aventados,
en cada encuentro cautivo, en cada reja,
en cada espanto…
Y nosotros querríamos gritar,
desdibujar el nombre de las cosas,
abrasar de libertad en cada gesto.
Pero una pesada losa hirió los parques
y en las manos
de los jóvenes amantes agoniza
la tibia escaramuza de los cuerpos.
•
Geografía del sueño
a Eugenio Torrecilla
Tormenta de luna quieta:
en la almohada
un arcángel de nieve nos despierta
con cien ojos abiertos para el sueño.
Y exultante
la sombra del recuerdo
se multiplica en hondos aspavientos.
Al abrigo del Ser y del milagro
nuestra brisa interior la noche alerta.
Despertar no es morir
sino abrazarse
a las cosas que nos golpean más de cerca.
•
Caminantes
Una mano sobre otra:
dos limpias
cicatrices en la cara del futuro.
Una noche sobre otra:
dos arroyos
de sombra luminosa y fértil.
Una vida sobre otra:
dos palabras
etéreas y firmes, como el viento.