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Una mirada hacia el interior de la mina


Por Natasha MARTÍN

Texto publicado en La Voz de Asturias el 9 de abril de 2018

[Fotografías de Eduardo Urdangaray y Ramón Jiménez publicadas en Tierra negra. Minas y Mineros]


Durante varias décadas, los concejos mineros de Asturias fueron sinónimo de riqueza, pero también de peligro, luchas e indignación. Los años 80 y 90 marcaron su declive, los cierres se volvieron imparables y la creciente actividad industrial se desplazó hacia la costa. El conflicto se convirtió entonces en hábito para los mineros y allí, recreando la imagen de la historia, estuvieron los fotoperiodistas asturianos Eduardo Urdangaray y Ramón Jiménez para capturar cada rostro, cada accidente, cada aspecto banal de su rutina diaria. Su archivo, con más de 30.000 fotografías de cuencas tanto del Principado como de otras partes de España y del resto del mundo, tiene ahora forma de libro con Tierra negra. Minas y mineros, cuatro volúmenes diseñados por Pandiella y Ocio para introducirse en lo más hondo de los pozos de carbón.

 

«Todo empezó de una manera muy inocente», cuenta Urdangaray, «yo empecé a trabajar como fotoperiodista a los 17 años en las Cuencas Mineras, sobre todo en la cuenca del Nalón y del Caudal y, poco a poco, me empezaron a tocar siempre estos temas ya que, por aquel entonces, la minería era verdaderamente el motor de la economía de la zona». Tanto él como Jiménez acudieron a asambleas, accidentes, reuniones, salidas de relevos, a movilizaciones... a todo, y trabajaron para revistas a nivel nacional como Montepío de la Minería, la Unión Española de Explosivos o Europa Minera. «Eso nos sirvió no solo para fotografiar las cuencas asturianas sino un montón de sitios como Alemania, Francia, Polonia y Sudáfrica, además de toda España», sostiene.

 

Ahora, cuando Asturias se intenta sumergir en las turbulentas aguas de la transición energética, Urdangaray y Jiménez vieron necesario reunir y compartir sus fotografías, símbolo de una época. Cada volumen de Tierra negra viene acompañado de una exposición en diferentes museos mineros de España como el Palacio de Omaña de Cangas del Narcea, el Museo de la Minería de Castilla y León, el Museo de Arnao o el Museo de la minería de País Vasco, entre otros, y con vistas a ampliar el circuito expositivo. Editado por Luna de Abajo, se puede adquirir a través de su web.

Las historias comunes de las cuencas mineras

 

 «Todas las cuencas mineras se parecen muchísimo», afirma Urdangaray. Después de tantos viajes fueron capaces de establecer una serie de características comunes como la solidaridad de la gente, las huelgas, el trabajo duro, las consecuencias sociales o el alcoholismo.

Vista de la barriada minera y del castillete del Pozo María Luisa. Langreo (Asturias), 1992  

Barriada minera en Cocherene, región de Lorena. Francia, 1995


 Las revueltas eran inherentes al día a día. «Estábamos en una zona donde las movilizaciones mineras estaban caracterizadas por una cierta violencia», cuenta el fotógrafo. Incluso la policía, cuando venía a las revueltas de los mineros asturianos, sabía que aquí iba a trabajar bien», sostiene entre risas. Pero ellos se movían con tranquilidad por ese ambiente inestable: «Teníamos la ventaja, frente a los demás fotógrafos que acudían para cubrir estas cosas, de que los trabajadores nos conocían desde hace 10, 15 o 20 años, por lo que teníamos cierta comodidad en comparación con un fotógrafo que viniera de Madrid a las revueltas del pozo Barredo al que no conocía nadie y que nos pedía que mediáramos para que no le rompieran la cámara».

Movilizaciones Mineras durante el encierro del Pozo Barredo. Mieres (Asturias), 1991

El presente: minas en ruinas

 

La mayoría de los territorios mineros asturianos son a día de hoy un pozo de maleza y ruinas. A juicio de Urdangaray, haber destruido todos los restos de la industria fue un grave error. «La gente se está dando cuenta en 2018 de que el turismo industrial atrae. No se cuidó absolutamente nada, todo pasó por la excavadora».

 Instalaciones abandonadas del Pozo Mosquitera. Langreo (Asturias), 2005  

 Lo que podría haberse convertido en uno de los mayores ejemplos de arqueología industrial minera no es más que descampados con estructuras roídas, como queda retratado en las fotografías. Urdangaray, muy crítico, echa la culpa del descuido a la mala gestión del gobierno autonómico en la época de la reestructuración económica de las cuencas. «Con los fondos mineros llegaron 20.000 millones de euros a Asturias pero se despilfarró, se robó sin tener ninguna perspectiva de futuro, y ahora tenemos chatarra, un declive industrial de la virgen, un paro de los mayores de Europa», sentencia.

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