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Alfredo Hernández García en Todo Literatura


Residencia de quemados es un libro con dos historias o novelas que se complementan y que el lector disfruta por los temas que trata. La terapia psicológica está muy presente en la novela y se vale de ella para montar esas dos historias complementarias, donde una novela de aventuras sobre la princesa Ruta sirve para sanar a los pacientes de la terapeuta Clara. En la entrevista nos da varias pistas sobre la novela que no tienen desperdicio.

 

Residencia de quemados es la tercera entrega de una trilogía. ¿Podría decirnos de qué trata esta trilogía? ¿Tiene un título genérico?

Esta trilogía expresa mi obsesión por los gremios, a los que considero «enemigos del humano». Me explico, en cada novela construyo mis personajes principales, para después inventarles sus enemigos, enemigos disfrazados de benefactores de la sociedad. Aparentemente, los gremios no son peligrosos, hasta que se organizan como grupos silenciosos de poder. Pondré un ejemplo, en Residencia de quemados la emprendí contra la Psicología, no como disciplina, sino contra la psicología clínica, contra sus terapias conductistas.

No se puede encontrar en mi trilogía un título genérico, pero de proponérmelo este sería El relato total, que atiende a mi obsesión por querer escribir un relato dentro de otro, y de esa manera, quisiera englobar una utopía sobre el mundo y, al mismo tiempo, exponer mis ideas y expectativas literarias.

 

¿Son novelas independientes o surgen de un mismo esquema?

Las tres son independientes, aunque mantienen un logos parecido, al menos, en lo referido a lo que comenté antes de los gremios. 

 

Con esta nueva novela se pone fin a la trilogía. ¿Cuál es la tesis de la novela?

Existen dos fórmulas en la novela, una para cada historia. La parte que critica a la Psicología fija una tesis: se trata de una disciplina que introduce al paciente el mal que intenta luego extirpar. La otra historia, regulativa y fantástica, se rige por otra fórmula repetida varias veces: nadie ha visto el mundo futuro, como nadie se ha encontrado con su alma allende la muerte; el mundo venidero será como nosotros lo hagamos...

 

Su novela tiene muchos elementos metaliterarios. ¿Le gusta hablar de la literatura desde dentro de la novela?

Sí, en las tres novelas necesité inventar utopías literarias, mundos imaginarios en los que la Literatura se venga del mal uso que se hace de ella en el presente.

 

Residencia de quemados tiene una doble trama. ¿Por qué ha querido unir dos historias tan diferentes?

Como puede ver el lector, la historia principal necesita de la otra historia. Esta segunda es una historia creada por un personaje-narrador para salvar precisamente a Clara, el personaje principal de la primera historia. Sin la historia segunda de Ruta, la primera se debilitaría, no encontraría Clara el elemento regulador que necesita para dar un giro a su vida.

     Por otro lado, para mí la fantasía es un elemento esencial en la Literatura. Por ello, en las tres novelas que conforman la trilogía, siempre construyo un relato fantástico, totalmente diferente al curso ordinario de la historia principal. La fantasía me permite ir más allá de lo real y acercarme a la utopía.

 

La trama cuya protagonista es la terapeuta Clara está escrita con un narrador omnisciente. ¿Por qué ha preferido hacerlo así?

Mi narrador es omnisciente, lo sabe todo, para no dejar libertad al lector, y al mismo tiempo, con toda intención, pretendo que sea culpable de todo lo que exprese.

 

La parte de la princesa Ruta, está escrita en primera persona. ¿Cómo se siente más cómodo escribiendo, en primera persona o con un narrador omnisciente?

Me siento igualmente cómodo, aunque en primera persona todo parece más fácil, eso sí, es más arriesgado. Sobre manera, porque cuando se narra en primera persona el lector siempre se pregunta quién es ese que narra, y el escritor deberá mantener una coherencia entre el narrador y el personaje que narra, en este caso Ruta.

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