Wilhelm Kienzl
Edición, traducción y notas:
Carmen Rivero Iglesias
Colección El Quijote y sus interpretaciones nº 14
Grupo de Estudios Cervantinos (CREC)
15,6 × 23,4 cm; 128 pp.; rústica con solapas
ISBN: 978-84-86375-76-8
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El Don Quijote de Wilhelm Kienzl se estrena por primera vez el 18 de noviembre de 1898 en la Ópera Real de Berlín, con motivo del 350 centenario del nacimiento de Cervantes. Para cuando Kienzl dedica su ópera a don Quijote, la interpretación romántica de la obra cervantina está ya absolutamente consolidada en el ámbito de la literatura, pero aún no en el de la música. A pesar de que su representación no obtiene todo el éxito que esperaba, siempre la sentirá como una obra maestra no comprendida, sintiéndose apoyado por los elogios de Wagner y Goethe, que consideran su adaptación mucho más adecuada que las cómicas ya existentes.
La adaptación procede de un estudio exhaustivo de la novela cervantina, que Kienzl admiraba profundamente y de la que va extrayendo fragmentos fundamentales para hilarlos en una trama de signo romántico. Así, relega a un segundo plano capítulos como el de los molinos de viento para privilegiar aquellos en los que lo real es encarnado por un personaje más que por un objeto. Esto le permite crear un contraste entre don Quijote y todos aquellos personajes que, viendo en él un bufón, se burlan de él despiadadamente. Kienzl no desea alejarse del todo, sin embargo, de la intención del autor original y traslada la sátira de la novela de caballerías presente en la novela cervantina a un género más actual: el grand opéra, un subgénero de la ópera francesa, en auge durante el segundo tercio del siglo XIX.
Wilhelm Kienzl nace el 17 de enero de 1857 en Waizenkirchen, en el norte de Austria. Deja, sin embargo, muy pronto su pueblo natal y en Graz, Munich, Viena, Leipzig y Weimar recibirá una formación musical exquisita, entre otros, de Mortier de Fontaine, discípulo de Chopin, o de Franz Listz. Alrededor de este último y del que más tarde se convertiría en su yerno, Richard Wagner, se constituirá la Nueva Escuela Alemana, que influenciará profundamente la obra de Kienzl.
Kienzl estrena gran parte de sus óperas en los tiempos del Imperio austrohúngaro. Cuando al finalizar la I Guerra Mundial se constituye la I República de Austria (1919-1934), esta pide la anexión a Alemania, pero los aliados lo prohíben. La germanofilia austríaca quedará patente sin embargo en el himno nacional que su primer canciller, el socialdemócrata Karl Renner, encarga componer, precisamente, a Wilhelm Kienzl.
A lo largo de su vida, Kienzl estrenará varias óperas (como Evangelimann, 1894; Der Kuhreigen, 1911; o Das Testament, 1916) que gozaron de un favor del público que no obtendría su Don Quijote.
Tras la anexión nazi de Austria en 1938, Kienzl lamenta la detención de amigos sospechosos de separatismo, así como el hecho de que sus óperas caigan en el olvido tanto en el Ostmark (el nombre que los nacionalsocialistas dieron a Austria tras la anexión) como en Alemania. Moriría en Viena en 1941.