Mayo 2005

Con Ángel González el 30 de mayo de 2005. Cena en Casa Adela, Lada (Langreo, Asturias), posterior a un encuentro con el poeta organizado por la Asociación Cauce del Nalón y un mes antes de la presentación de Estudio melódico del grito de Alberto Vega. De izquierda a derecha, de pie: Noelí Puente, Helios Pandiella, Ángel González, Fernanda Burón; sentados: Paula Granados, Alberto Vega y Ricardo Labra.


Junio 2005

Un año antes de fallecer Alberto Vega (2006), el 28 de junio de 2005 se presentaba en la Casa de Cultura de La Felguera (Asturias) su libro Estudio melódico del grito, editado por Visor. El acto, en el que participaron, por deseo del propio Alberto, sus compañeros de Luna de Abajo Ricardo Labra, Miguel Munárriz, Noelí Puente y Helios Pandiella, estuvo organizado por la Asociación Cauce del Nalón.

 

De la presentación del libro de Alberto Vega y de su poesía, escribió Ricardo Labra, en la memoria editada posteriormente con motivo del décimo aniversario de esta asociación, lo que sigue:

 

«De todos los actos poéticos organizados por Cauce en estos diez años, puede que el más destacado y emotivo haya sido la presentación del libro de Alberto Vega Estudio melódico del grito, celebrado el 28 de junio de 2005, en la Casa de la Cultura de la Felguera. Esta presentación estuvo llena de profundos significados. Fue un acto definitivo para Alberto Vega, que ya no está con nosotros, para Luna de Abajo, que ya nunca volverá a reunirse de nuevo, para sus familiares, amigos, lectores y seguidores. Alberto Vega ha sido un poeta germinativo y fundamental para este valle, al que puso en hora poética, en el minuto exacto del vendaval estético de estos últimos años. Inteligente, sensitivo y hermético, salvo con las palabras más esenciales y necesarias, Alberto Vega trazó una obra unitaria en la que late con fuerza un personaje urbano, un antihéroe de la epopeya humana en la que estamos inmersos, lleno de valores, de solidaridad, de bonhomía. Alberto agita en sus versos la rabia de un mundo adocenado y en sordina, con la intención de restablecer, aunque sea por un instante, las dignidades perdidas y los sueños rotos. Su poesía es un canto de juventud, tan viejo como la juventud, tan joven como el mundo que se abre en nuestros ojos cada día como una página no hoyada. Sus noches y sus lunas, sus gatos y sus aceras, preludian la otra realidad, la única que puede modificar las cosas y acaso redimirnos o salvarnos de un vulgar destino escrito por la mano espuria de los convencionalismos castradores. Alberto Vega no precisó salir de esta comarca para escribir una obra de interés universal. Su ciudad es cualquier ciudad, por eso su ciudad es Langreo. El tiempo siempre corre a favor de los buenos poetas, y Alberto Vega no hará más que crecer en la valoración de su poesía. Su obra es un legado para todos nosotros.»